En la
mitología griega Éaco o
Aiacos (en
griego Αἴακός) era el rey de la isla
Egina en el golfo Sarónico y tan famoso por el recto sentido de la piedad y la justicia con la que gobernó a su pueblo que sus juicios eran buscados desde toda Grecia, por lo que tras su muerte fue designado juez de las sombras en el
Érebo, junto con el cretense
Minos y
Radamanto. Una elaboración posterior del mito cuenta que Radamanto juzgaba las almas de los orientales, Éaco las de los helenos (europeos) y Minos tenía el voto decisivo.